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Alcaldía de Pereira es-ta-mal

  • Por: Duberney Galvis
  • 20 nov 2017
  • 2 Min. de lectura

Alcaldía de Pereira repartirá lechona y tamal. Sobre el hecho llama la atención la denuncia del concejal Carlos Alfredo Crosthwaite sobre la feria de presupuesto para las fiestas del campesino. Sí,548 millones saldrán del presupuesto municipal para compra de tamales, lechona, música, transporte y mercado caritativo tipo campaña. La repartida tan brava, vaya que coincide con la campaña de los candidatos a cámara y senado afines a la administración actual.

Y no es que el campesinado de Pereira no merezca una atención, es que quienes aquí administran han aprobado políticas que arruinan su capacidad productiva y económica. Es decir, el alcalde Juan Pablo Gallo, apadrinado y respaldado por los políticos de los Tratados de Libre Comercio TLC, que han ido quebrando el agro, empezando por sus paisano césar Gaviria, no van a cañar con el amor al productor agropecuario. Bien ha dicho el Papa Francisco: a la gente la empobrecen para que luego voten por quienes los hundieron en la pobreza.

Ahora bien, no hubo entre todos los profesionales del sector en la alcaldía y entre los amigos del alcalde en la ciudad, quién recomendara invertir esos recursos en planear una política pública para atender el agro a mediano y largo plazo. Con medidas que incluyan, para nombrar unas pocas; acordar el pago oportuno a productores en los almacenes de cadena como Éxito, estructurar un alcantarillado que alargue la utilidad de las vías rurales o un mercado campesino permanente para lograr que los pereiranos vuelvan a la plaza a comprar la base de sus mercados...

Quizás no hubo o tal vez allí a nadie le importa, pues “los zánganos no chupan la sangre del águila; se contentan con robar los panales de las abejas”. Es decir, acordar con los almacenes de cadena que abusan de los proveedores, pagos oportunos, es meterse con grupos empresariales que brindan en el Country Club de Bogotá con los máximos jefes de los caciques políticos locales. Planear vías cuyo buen estado perdure, limita la politiquería de “mándenos la máquina” para arreglar la vía, hecho que a las buenas gentes del campo les presentan, no como un deber administrativo, sino como un gesto de bondad y ‘gestión del concejal’. Y un verdadero mercado campesino, sólido, permanente y con proyección, pues ni hablar, dañaría el negocio de los mayores importadores de frutas y verduras, las grandes cadenas de supermercados extranjeros.

Luego aquí estamos ante quienes son los culpables que el agro en Colombia haya pasado de representar el 20% en la economía nacional hasta 1990, a caer al 6% en años recientes. El tamal y el resto de la ancheta gastronómica, que pagaron al doble desde la alcaldía, termina siendo la jugosa carnada para atrapar al campesinado que han empobrecido, luego es sabido para qué el pescador usa las mejores carnadas y cómo termina el pez.


 
 
 

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Las opiniones expresadas por los escritores o autores no necesariamente representan ideas o pensamientos del Diario la Nube.

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