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La intervención en Siria.

  • Por: Duberney Galvis
  • 15 may 2017
  • 8 Min. de lectura

Especial Internacional para la revista Deslinde.

Ciudad Antigua de Alepo. De: @ActualidadRT

Así como en el Ártico es alarmante el derretimiento glacial, el predominio unipolar de Estados Unidos, en lo militar y económico, presenta grietas, desprendimientos y fisuras. Es el saldo de los dos grandes pleitos que promovió Estados Unidos, durante las dos presidencias de Barack Obama. Cruzó sables con Rusia en el Oriente Medio y con China a lo largo de la Costa Pacífica.

En el Medio Oriente el epicentro ha sido la República Árabe Siria, cuyo territorio sirvió de cuna de la civilización, fue parte la ruta de la seda, concentró el intercambio comercial y de conocimientos de África, Asia y Europa. Por su ubicación, a lo largo de la historia, este estratégico suelo ha sido escenario de disputas y ocupación por diversos imperios, dando lugar a una expresión particularmente liberal del Islam, en un Estado que tolera y permite la participación política de diversos credos [1]. Desde 2011 se ha desarrollado allí un conflicto armado que aún no cesa, pero que recientemente ha tenido un giro dramático que cambia cualitativamente la inclinación de la balanza.

El conflicto en apariencia empezó como un levantamiento armado de grupos minoritarios, contra el gobierno, evidentemente, promovidos y financiados desde el extranjero que fue creciendo hasta develarse como un enfrentamiento internacional contra el Estado Sirio. En su desarrollo, fue alimentado, en primer lugar, por Estados Unidos que incursionó en el Medio Oriente con la evidente complicidad de Francia, extendió los tentáculos del neoliberalismo y la OTAN en el área de influencia del antiguo imperio soviético, como Ucrania, región supuestamente amparada por el compromiso de occidente de no extenderse sobre ella, ni militar ni económicamente, a cambio de las reformas de la Glasnot y la Perestroika, incumplimiento que provocó la reacción de Moscú.

El conflicto en el Mediterráneo oriental se planeó desde el 2001, tan solo una semana después de los atentados del 11 de septiembre, cuando el excomandante de la OTAN, general Wesley Clark anunció, respecto a sus reuniones con el Departamento de Estado, que la estrategia estadounidense sería: “invadiremos siete países… Irak, Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudan… y para terminar con Irán…”[2]. De modo que no había porque llamarse a sorpresa por la previsible movida de Estados Unidos hacia Siria, en asociación con las teocráticas monarquías árabes, que gobiernan tomando como ley una de las más fundamentalistas interpretaciones del Islam, el wahabismo.

El blanco fue el gobierno legítimo de Bashar Al-Ásad, presidente de un Estado cuyo territorio es paso necesario para el gas y el petróleo hacia una Europa dependiente de yacimientos ajenos, y donde se ubica la base militar rusa de Tartus sobre el Mar Mediterráneo.

LA COALICIÓN DE ENEMIGOS DE ASAD

El Estado Islámico, es una organización que pretende implantar la Sharia, las normas religiosas como Derecho, y que, en su mayoría, está conformado por soldados provenientes del disuelto ejército de Saddam Husein y yihadistas de Libia, Arabia Saudita y ciudadanos de países sajones y de la antigua órbita de influencia rusa. La llamada “oposición moderada” siria, en el proceso, se desnudó paulatinamente como una fuerza sin apoyo político interno, que cumplió la misión de transferir el apoyo económico y armamentístico que aportaron occidente y varios países árabes al Estado Islámico.

La Monarquía Jordana prestó su territorio para el entrenamiento de la mayoría de militantes del Estado Islámico, con la tolerancia de Israel. La monarquía de Catar, en particular, país que cuenta con las terceras reservas de gas natural del mundo, después de Rusia e Irán, aspiraba con su intervención, a controlar el espacio necesario para construir un gaseoducto Catar-Siria-Turquía, para vender su producción a una Europa dependiente del gas ruso [3].

Turquía, cuya función desde las postguerra fue la de servir de tapón de la OTAN contra los rusos, en principio, jugó como retaguardia para desestabilizar el gobierno Sirio, disponiendo recursos financieros y humanos para la invasión. Durante la guerra, por allí pasaron los convoyes con el petróleo que el Estado Islámico extraía de Siria y de Irak. Incluso derribó un avión caza de los rusos, maniobra en la que no recibió el esperado apoyo posterior de la OTAN y debió asumir a solas las consecuencias derivadas de las sanciones económicas y la ruptura plena de relaciones diplomáticas. Nota clave en el asunto es que el 28,5% de las exportaciones turcas van a Rusia y la cifra de turistas de este origen hacia suelo turco, en 2014, ascendió a 3,3 millones [4]. El temprano rechazo ruso al golpe de Estado en Turquía, en 2016, debilitó a la administración Obama, que en contraste y sospechosamente esperó el desenlace para condenarlo y negó la extradición de quienes desde EU lo auparon, hecho que Ankara señala como indicio de la complicidad norteamericana.

Israel, a pesar de sus contradicciones con los gobiernos islámicos, toleró la presencia y empujó la financiación de las fuerzas extremistas en Siria, con la finalidad de preservar los Altos del Golán, que le fueron arrebatados a Siria en 1967, con la expectativa puesta en derrocar a Al-Ásad, avanzar significativamente en el pleito contra Irán y con la estrategia de rehacer el mapa de la región dispersando a los árabes en pequeños estados impotentes.

Fueron los Estados Unidos y la OTAN los que desembarcaron fuerzas de operaciones especiales en los aeropuertos y puertos de Siria, y los que entregaron el terreno a yihadistas extranjeros y los guiaron, so pretexto de defender a la oposición moderada y proteger los derechos humanos.

Europa, a la cola estadounidense, promovió y captó, en principio, la oleada de refugiados del colonialismo “indirecto”, bajo la bandera de los Derechos Humanos, para aprovechar la mano de obra que sorteaba la odisea mediterránea, huyendo del caos económico y de las guerras que afloraron con el derrocamiento, en nombre de la libertad y la democracia, de los gobiernos norteafricanos. Hasta que el flujo sobrepasó los cálculos y Alemania terminó pagando a los países de los Balcanes para frenar de forma poco humanitaria el tránsito de refugiados. No hay que teclear mucho para ver en la red las inconmensurables filas de emigrantes bajo el invierno europeo para recibir un plato de sopa caliente [5]. La necesidad europea de recursos energéticos la llevó a morigerar paulatinamente la exigencia de derrocamiento de Al-Ásad, como condición para lograr la paz en Siria. En la OTAN aparecieron fisuras, reflejo de las contradicciones económicas y políticas entre Estados Unidos y Europa, y a nivel gubernamental se discute la conveniencia de contar con una fuerza militar propia, que no dependa esté sujeta al comando de facto de los Estados Unidos y de su armamento.

Como señaló Patricio López, en 2015, “hay que precisar ante ciertos enfoques mediáticos, que Rusia no es el primero sino el décimo país en bombardear Siria este año. Antes, Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Francia, Australia, Turquía, Israel, Emiratos Árabes Unidos y Jordania ya lo hicieron, aunque como parte de una alianza con propósitos totalmente distintos a los rusos.” [6].

LOS ALIADOS DE ÁSAD

En la contraparte, Rusia, además de vetar en el Consejo de Seguridad de la ONU las resoluciones contra el gobierno sirio, intervino en Siria invitado oficialmente por el Gobierno legítimo de Bashar Al-Ásad, con apego a la Carta de las Naciones Unidas [7], camino que siguieron los gobiernos de Irán y Líbano, enviando milicianos, para incomodidad de Israel. Adicionalmente, Rusia ha logrado el intercambio de información de inteligencia con Irak, Irán y Siria.

Rusia proclamó que “los problemas políticos del pueblo sirio corresponde a estos y cualquier acción para combatir el terrorismo en su territorio debe estar autorizada por el estado sirio”, desplegó su apoyo aéreo al ejército gubernamental y puso a su disposición sofisticados sistemas de defensa, para enfrentar las tropas del Estado Islámico. El apoyo ruso en tierra se limitó a asesorar y proveer comunicaciones avanzadas a las tropas del gobierno sirio, y a los milicianos palestinos libaneses e iraníes, que le colaboran y están ubicadas en la frontera occidental. Rusia logró así convertirse en actor protagónico, evitando el despliegue masivo de su ejército en el conflicto y las correspondientes bajas.

Hábilmente, en medio del conflicto Rusia negoció el 19,5% de su empresa estatal rusa Rosneft con Glencore y con el fondo soberano de Qatar [8], lo que enterró el plan de la monarquía de monopolizar la ruta del gas a Europa, afectando la unidad de las monarquías árabes frente al conflicto. Aunque Qatar de boca insiste en el derrocamiento de Al-Ásad, lo cierto es que los grupos que reciben su financiamiento han empezado a desocupar algunos territorios sirios.

ALEPO: CAMBIA LA INCLINACIÓN DE LA BALANZA

La reconquista de la ciudad industrial de Alepo por parte de las tropas oficiales, marcó la inclinación de la balanza a favor del gobierno sirio en lo interno, un fracaso rotundo para Estados Unidos y un reposicionamiento de la Rusia de Putin. Las otrora inútiles conversaciones de paz entre los protagonistas se reanudaron, esta vez encabezadas por Rusia en Astana, Kazajistan, para buscar una salida política bajo las nuevas condiciones, y los Sirios se unificaron alrededor de Al-Ásad.

La coalición pro derrocamiento de Al-Ásad, que combinó todas las formas de lucha y agrupó a los credos más contrapuestos, se ha desprestigiado por la creciente difusión de los horrores cometidos contra la población civil y el patrimonio histórico de la humanidad, a manos de sus combatientes, lo que contradice las tergiversaciones de los emporios mediáticos. Éstos, por cierto, ante la inminente caída de Alepo, muestran a los yihadistas como víctimas civiles y claman por la solidaridad humanitaria mundial ante los avances del ejército sirio. Prueba de su parcialidad informativa es la noticia recurrente de que otro hospital fue destruido por los bombarderos rusos, repetida en promedio una vez por semana, lo que significaría que Alepo es la ciudad del mundo con más hospitales. En contraposición, meten la cabeza entre la tierra a la hora de registrar y describir el sufrimiento masivo de los civiles atrapados en los territorios ocupados por el EI. Entre otros cambios subsiguientes, Egipto, que soporta en el Sinaí la presencia del Estado Islámico, ha asumido un discreto silencio ante el posicionamiento ruso, se distancia de las aventuras extremistas y se concentra en resucitar su maltrecha economía.

La vinculación con los terroristas, ratificada por la ex candidata Hillary Clinton y el Secretario de Estado Jhon Kerry [9], tuvo un alto costo político interno y externo. El presidente saliente Obama vio frustrada su intentona de derrocar a Al-Asad y de desplazar a los rusos; sufrió el deterioro de las relaciones con Turquía, donde están asentadas estratégicas bases militares de Estados Unidos. Hasta las monarquías árabes, antes fieles aliadas, se atreven a chistarles. Paradójicamente, los anatemizados Irán y Siria se han convertido en el dique que frena al Estado Islámico. Todo suma para el desgaste de más de medio siglo de presencia estadounidense en el Medio Oriente, equivaliendo el caso sirio al desprendimiento de un enorme bloque glacial, donde fue derrotada la OTAN, el aparato de coordinación militar más rimbombante del mundo, en un tú a tú con Rusia. Las denuncias del candidato Trump, señalando al gobierno del partido demócrata como creador del Estado Islámico, al que sentenció como enemigo de la mayor importancia, fue la señal contundente de que la correlación de fuerzas en el Medio Orienta había cambiado. Habrá que esperar que estrategia elige el errático Trump en la nueva situación.

[1] Siria: En medio de gigantes: Triana Catalina. http://celu.co/internacional/36-2/

[2] Entrevista para Democracy Now: General Wesley Clark speaks to Democracy Now!)

[3] La guerra de los gasoductos que se esconde tras el conflicto en Siria: http://internacional.elpais.com/internacional/2016/08/13/actualidad/1471076442_501679.html

[4] Exportaciones turcas:

Fundación Turca de Investigación Social, Económica y Política (TUSES). 2016.

[5] Refugiados bajo la nieve y el frio Europeo: http://www.antena3.com/noticias/mundo/en-plena-ola-de-frio-polar-en-europa-muchos-refugiados-malviven-en-tiendas-de-campana-a-mas-de-20-grados-bajo-cero_2017011058748fb50cf211d2aa1db5b3.html

[6] EE.UU.-Rusia: lo que esconde la guerra en Siria. López Patricio. 2015. http://radio.uchile.cl/2015/10/03/ee-uu-rusia-lo-que-esconde-la-guerra-en-siria/

[7] Carta de las Naciones Unidas

http://www.un.org/es/charter-united-nations/

[8] Privatización de Rosneft: Rusia logra "la transacción más importante del mercado energético": https://actualidad.rt.com/actualidad/225524-rosneft-putin-acuerdo-privatizar

[9] AUDIO: John Kerry revela que Obama usó al EI contra Al Ásad, pero que Rusia "cambió la ecuación": https://actualidad.rt.com/viral/228211-kerry-revelar-obama-ei


 
 
 

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