
Jornada Única no es lo que debería ser
Por: Dario Montañez - @dariomongo
No es nuevo el tema de Jornada Única en nuestro país, aunque parece una genialidad del gobierno de Juan Manuel Santos. En la década de los sesenta la jornada escolar era de 8 horas diarias, de 07:00 am. a 11:30 am, hora a la que salían a almorzar, y luego de 1:30 a 5:00 pm, como se hace en los países desarrollados del mundo.
Fue así como en 1967, ante la falta de cupos para 700.000 estudiantes, el gobierno de Lleras Restrepo en lugar de construir los colegios faltantes, optó por la peor solución: recortar la jornada escolar a seis horas diarias e instaurar la doble jornada en los ya existentes. Desde entonces, en los colegios privados se recibe el 33% más de horas de clase que en los colegios públicos, notándose la diferencia académica al poder dedicarle mayor tiempo a los planes de estudios de ciencias naturales, sociales, humanas y exactas.
Luego fruto de enormes batallas libradas por FECODE, se han logrado grandes reivindicaciones como el estatuto docente 2277 en 1979, en el año 1994 se logró la expedición de la Ley 115 o Ley General de Educación en la que se establece la orientación académica y pedagógica por los fines y objetivos de la educación en función del desarrollo del conocimiento, la ciencia, la formación para el trabajo y la producción, la noción de soberanía nacional, la integración autónoma y recíprocamente beneficiosa con otras naciones y, en general, la formación integral. La administración de las instituciones educativas mediante el gobierno escolar; la autonomía escolar como, quizás, el mas grande logro en este aspecto; la evaluación de la educación sustentada en los recursos crecientes que conllevaba el situado fiscal.
Pero en 2001 el gobierno le ganó el pulso a la nación que dejó sola a FECODE peleando por los recursos para salud, educación agua potable y saneamiento básico, y con el acto legislativo 01 de ese año que estableció el Sistema General de Participaciones, hemos perdido más de 150 billones de pesos de los cuales cerca de 83 eran para educación.
Entre tanto hoy las pretensiones antinacionales del presidente Santos de ingresar nuestra patria a la OCDE, organización de países ricos del mundo que tiene entre sus principios fundamentales el libre comercio entre sus integrantes, conllevaron que en el plan nacional de desarrollo 2014 – 2018 se incluyeran las “recomendaciones“ de la OCDE y en materia de educación venía la jornada única, que ya se había establecido en la Ley 115, 20 años atrás.
Feliz debería estar el magisterio colombiano ante esta noticia, sin embargo las diferencias entre el planteamiento de FECODE y el gobierno son abismales. Mientras los educadores exigimos una jornada única como en los países desarrollados del mundo, que implica la construcción de 832 instituciones educativas nuevas, que según estudios de FEDESARROLLO se necesita 1.2% del PIB para atender en esa modalidad a los 2.400.000 alumnos que en la actualidad asisten a colegios con una sola jornada y 0.6% del PIB para su funcionamiento, el gobierno viene disminuyendo anualmente los recursos para educación en porcentaje del PIB, como lo muestra el Banco Mundial.
Un colegio en jornada única como lo plantea el gobierno trabajando 9 horas desde la 7:00 hasta las 4:00 pm, solo puede garantizar la calidad de la educación si los estudiantes cuentan con espacios de recreación adecuados, escenarios deportivos, aulas cómodas acordes con un número bajo de estudiantes, bibliotecas bien dotadas y espacios para la lectura, conexión a internet de banda ancha, aula máxima, laboratorios de física, química y ciencias naturales, salas de sistemas con equipos actualizados; restaurante amplio donde preparar los alimentos adecuados para los estudiantes, que les permitan los nutrientes suficientes para soportar la jornada y servirlos calientes en comedores decentes; transporte para los estudiantes; sico-orientadores y desde luego como lo ha planteado FECODE, salario profesional para los docentes.
Contrario a lo anterior, el gobierno nacional impone una jornada única con complementos de alimentación que no cuestan más de $1.600 pesos por ración, con la misma planta física deteriorada actual, con operadores de alimentos que desde lejos los traen y llegan frios en el mejor de los casos, sin conexión a la red, con docentes pagados por horas extras para las horas adicionales, imponiendo los contenidos sin importar el PEI para mejorar en las pruebas PISA, manteniendo los salarios congelados para los docentes y tercerizando este servicio a través de APP, para lo que no escatima en ofrecer recursos adicionales para los rectores que se acojan a la estrategia según la cual se mejorará la calidad de la educación, al mejor estilo de los casos de soborno tan de moda en nuestro país.
Así, sin las condiciones mínimas para una jornada única, violentando la autonomía escolar, desconociendo al gobierno escolar, maltratando a los educadores, sin personal contratado para los servicios generales, apiñando estudiantes en las aulas donde fusionan la jornada de la tarde con la de la mañana para acoger esta modalidad, haciendo de contera que sobren maestros, el país no tendrá como salir adelante y jamás podrá ser “Colombia la más educada”
Cabe hacer un llamado de atención a los educadores, directivos, estudiantes, padres de familia y comunidad en general, para no dejarse engañar en este tema y terminar aceptando una jornada única para nuestros estudiantes, solo porque les darán un complemento alimentario. Que no se nos repita el pasaje de la biblia en la que se vendió la primogenitura de Jacob por un plato de guisado.









