Historia de la cárcel en Colombia: de museos y otros fantasmas
Por: Silvia M. Rugeles
FOTO DE: Revista el Gráfico. Notas graficas. N° 210. Bogotá: Octubre 24 de 1914, p. 480
Por: Silvia M. Rugeles.
Desde hace ya varios años, pero en especial en los últimos días, los colombianos han seguido atentos las noticias, referidas al hecho que personajes de la vida pública nacional, detenidos o condenados, terminan confinados en centros penitenciarios y carcelarios como consecuencia de su actuar ilícito. Pocos conocen el origen y la historia de las cárceles, las que hoy en Colombia se encuentran en grave hcinamiento.
Las cárceles, como institución, son un invento relativamente nuevo. Según registros, no más de 300 años funcionando. En la actualidad, nadie se explicaría una sociedad sin cárceles, lo que en buena medida explica la fuerza que hoy tienen.
Hagamos historia. Con la llegada de la "Revolución Industrial" se presenta un excedente de mano de obra no calificada con la introducción de la maquinaria al proceso productivo. Como consecuencia, se empiezan a desarrollar grandes centros urbanos con normas de comportamiento propias, al tiempo que se desató un movimiento migratorio del campo hacia las ¨nuevas ciudades¨, en busca de trabajo. El choque cultural de los migrantes campesinos a la ciudad, se reflejó en el no acatamiento de las normas y los valores y, lo que fue peor, la forma de relacionarse con las demás personas. Este fenómeno desembocó en situaciones de mendicidad, prostitución, alcoholismo que, sumadas, originaron la pobreza en la ciudad.
Es en este contexto es que aparece la institución del encierro, que se materializó en las cárceles, como una respuesta de la ciudad a las situaciones que se veían como problemáticas, indeseables, o como un mal ejemplo. Los centros siquiátricos, los hospicios y las cárceles tienen de esta forma un nacimiento casi que simultáneo en la ciudad. Como vemos, en sus inicios la cárcel no fue una respuesta a la delincuencia, si no una forma de atender los primeros problemas sociales que se generaron en las ciudades y relacionados íntimamente con la pobreza.
Pronto se ingenió la clasificación de la pobreza, en: "pobres aptos" y "no aptos para trabajar". Un pobre no apto para trabajar, era aquel que por un problema biológico o físico no podía cumplir con ciertas exigencias corporales. Para ellos, la sociedad de mostraba clemente y compasiva, pues los consideraba dignos de su ayuda, porque se entendía que era la propia naturaleza la que los había privado de su capacidad trabajo.
Y de los "pobres aptos" para trabajar que no lo hacían, se entendía que no querían hacerlo, quedando expuestos a una condena moral que automáticamente los privaba de ayuda, porque se entendía que dichas personas eran responsables de su situación de pobreza. Fue para ellos, los "pobres aptos", para quienes se empezó a utilizar el encierro con el ánimo de inculcar una disciplina y hábito al trabajo. La idea era que ese "pobre-vago" se sintiera obligado a encontrar ¨un buen camino en la ciudad¨ . De esta forma, poco a poco vemos cómo se empieza a generar en la primeras ciudades una política para administrar la pobreza bifurcada, en una con tinte asistencial para los "pobres no aptos", lo que hoy conocemos como política social; y otra con un tinte de castigo, para los "pobres aptos", que no trabajaban. Lo que hoy conocemos como "Política criminal".
La relación cárcel – delincuencia, sólo empieza a forjarse a lo largo del siglo XIX, cuando se comienzan a analizar a los "aptos para trabajar", que no trabajaban, ya en condiciones de encierro, es decir como internos. Pronto se dieron cuenta que estos vagos procedían de familias desestructuradas, con malas relaciones con sus padres, surgiendo de esta forma un nuevo individuo social: el delincuente. De este proceso de observación es que se logra establecer la relación cárcel-delincuente, que hoy nos parece tan natural y evidente. Una de las edificaciones más emblemáticas de Bogotá, es la del Museo Nacional, donde en el pasado, funcionó la "Penitenciaria de Cundinamarca", bajo la presidencia liberal de Tomás Cipriano de Mosquera, como un proyecto para resocializar a los detenidos. Por esta razón, las instalaciones cuentan con una capilla, celdas individuales para permitir un proceso de reflexión y la socialización mediante la construcción de talleres que permitían a los detenidos el aprendizaje de algún oficio.
La Penitenciaría de Cundinamarca se empezó a construir en 1874 e inició su funcionamiento en 1876 con 207 celdas. Con la llegada de los conservadores al poder, pronto la idea resocializadora del panóptico fue mutando, hasta convertirse en el símbolo del terror. El hoy Museo Nacional llegó a albergar más de 5.000 liberales detenidos –presos políticos- , en graves condiciones de hacinamiento, muy similar a lo que ahora vemos en la mayoría de cárceles de país. Este centro carcelario contaba con celdas que se les denominaba ¨la gusanera¨ , por la cantidad de individuos que encerraban. Como vemos, la historia de la Cárcel en Colombia, no tiene sus inicios como en Europa como una forma de controlar la pobreza en la ciudad. En Colombia, las cárceles, desde un inicio y aún hoy, son una forma de ¨Control Político¨
El régimen del terror para los presos políticos en la "Penitenciaria de Cundinamarca" se prolongó, hasta que los liberales volvieron al poder en 1930. De esta forma, el panóptico volvió a su idea inicial resocializadora, y se restablecieron los teatros - talleres hasta su cierre definitivo, el 12 de Junio de 1946, cuando los detenidos fueron trasladados a la nueva sede, ¨La Cárcel La Picota¨
Sobre las razones del cierre de la "Penitenciaría de Cundinamarca" no existe unanimidad. Se afirma que fueron por condiciones de hacinamiento, y porque ya la Bogotá de ese entonces la había absorbido, quedando la cárcel en el centro de la ciudad. Pensaron hasta en derrumbarla, pero gracias al arquitecto francés LE CORBUSIER, quien afirmó que era el edificio más bonito de la ciudad, se decidió remodelarlo y que en cambio operara allí el Museo Nacional que hoy conocemos y visitamos.
En la actualidad el Museo Nacional conserva fragmentos de su pasado carcelario y penitenciario. Hoy podemos observar dibujos de los presos en los interiores de las celdas, sus barrotes y objetos de tortura. Como quien dice: en el caso de nuestro actual Museo Nacional, no todo tiempo pasado fue mejor.

