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Breve historia de la navidad: Una oda al consumismo, la familia, la religión y la fraternidad por igual
Por: Santiago Castro

La navidad es antes que nada un escenario de catarsis colectiva para los colombianos. Es una celebración llena de sincretismos, una oda al consumismo, la familia, la religión y la fraternidad por igual.

A vísperas del nacimiento del niño dios, comparto una breve historia de la navidad desde la influencia del imperialismo Yankee; de San Nicolás de Bari a Santa Claus, hasta el pesebre o la tradicional natilla de maíz que va perdiendo su lugar en la historia por cuenta de la deliciosa y práctica versión de caja.

La génesis histórica de la navidad es anterior al cristianismo, comienza con las fiestas Saturnales, una celebración que se hacía en la antigua Roma desde el tercer siglo antes de Cristo.

La cosa comienza más o menos así. Aproximadamente en el año 217 a. c. El imperio romano en su interés expansionista se enfrenta contra los cartagineses en el Lago Trasimeno, los romanos pierden en esa ocasión, mueren muchos hombres y para mitigar la pena y el dolor de la derrota se realizan unas fiestas en honor a Saturno, el dios del tiempo. De estas fiestas saturnales surge el intercambio de regalos. luego con la llegada de Yisus, se van a unir los saturnales con la pascua y otros rituales paganos que celebraban el regreso del sol o el inicio del solsticio, así que las fechas no están ahí solo porque haya nacido el niño dios un 25 de diciembre a la madrugada, cosa que además no es cierta.

La navidad como la conocemos hoy es una idea prefabricada por el capitalismo entre el siglo XIX y XX. Ha tenido sus distintas interpretaciones, sobre papá Noel por ejemplo, antes era verde y café lleno de hojas y arbustos. Inicialmente el mito comienza con San Nicolás de Bari, un santo católico italiano que se hizo famoso según cuenta la leyenda porque en el pueblo donde vivía, le botaba monedas de oro a un señor que era muy pobre para que esté dejará de prostituir a sus hijas, estas monedas llegaban en medias que la familia tenía secándose en la chimenea, por esto los norteamericanos acostumbran a usar medias alrededor de las chimeneas. Por otro lado, en el norte de Europa se tenía la idea de un ser mítico que vivía entre los bosques y que traía regalos también en la época de invierno, esa idea se va a sincretizar años después para construir la figura de Papá Noel (en francés Noël significa navidad).

En 1932 Coca-Cola hizo una campaña publicitaria para estimular el consumo en navidad. Desde entonces se popularizó la imagen de un Papa Noel, gordo, rojo y bonachón. El imperialismo siempre ha intentado imponernos sus narrativas. La tradición del arbolito, es en principio escandinava y tiene que ver con prácticas heredadas de los vikingos que pensaban que tanto la Tierra como los Astros pendían de un árbol gigantesco, el Divino Idrasil o Árbol del Universo, cuyas raíces estaban en el infierno y su copa, en el cielo. Ellos, para celebrar el solsticio de invierno –que se da en esta época en el Hemisferio Norte-, decoraban un roble con antorchas y bailaban a su alrededor. En la copa de este árbol se hallaba Asgard (la morada de los dioses) y el Valhalla (el palacio de Odín, y en las raíces más profundas estaba Helheim (el reino de los muertos). Cuando estos pueblos (nórdicos) fueron evangelizados, los conversos tomaron la idea del árbol para celebrar el nacimiento de Cristo pero cambiándole el significado.

¿Y el pesebre y las novenas? El pesebre es una representación del nacimiento, dichas representaciones se vienen haciendo desde hace muchísimos años, antes de la llegada de los españoles y de la evangelización, con las pinturas rupestres y hasta el día de hoy. Las novenas son creadas por un fraile ecuatoriano, Fernando de Jesús Larrea. Hay algo muy parecido en México, las posadas.

Las velitas, el buñuelo y la natilla si son 100% criollos, tan colombiano como el apachurrao. Es la navidad una oda al consumismo, la familia, la religión y la fraternidad por igual. Pero sobre todo es una época de catarsis colectiva para los colombianos. A mí no me asusta que el paro haya cambiado sus formas o que la navidad haya solapado transitoriamente la lucha en las calles, y tampoco creo que Colombia se haya parado para ir al baño y volverse a acostar, aceptar esa idea, es desconocer el país en que vivimos. El otro año la lucha va a ser más fuerte, de eso estoy seguro, este país sí ha cambiado, somos herederos de una lucha que ni empezó ni terminara con nosotros.

¡Felices fiestas a todos y todas!

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Las opiniones expresadas por los escritores o autores no necesariamente representan ideas o pensamientos del Diario la Nube.

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